Abusos a menores en España: cada tres minutos un niño grita pidiendo auxilio
Violados, acosados, maltratados, obligados a trabajar. La realidad de los menores en España, lamentablemente, no dista mucho de la de otros países. Cada tres minutos se denuncia un abuso sexual contra un menor en nuestro país: más de 20.000 niños son víctimas de abusos y explotación en España, según un estudio de la Asociación para la Sanación y Prevención de los Abusos Sexuales en la Infancia (ASPASI).
Abusos que se dan en el ámbito familiar, la escuela, la Iglesia, los clubes deportivos… da la sensación de que ningún menor está a salvo. Contra esta sensación de impunidad, el Parlamento acaba de aprobar la ley de Integral de Protección a la Infancia, que aumenta los plazos de prescripción a 30 años (a partir de que la víctima cumpla la mayoría de edad), y que busca luchar contra la invisibilidad de este problema: sólo un 15% de los casos son conocidos, y más del 40% de los adolescentes afirman haber sufrido situaciones de acoso o abuso, que sólo se atreven a expresar cuando el delito ha prescrito. Y el depredador está a salvo.
Hablamos de abusos, pero también de palizas, de acoso virtual, de mobbing. Un estudio de la Fundación ANAR, Abuso sexual en la infancia y la adolescencia según los afectados y su evolución en España (2008-2019), desvela la realidad del abuso sexual a menores: los casos no dejan de aumentar desde hace cinco años y los expertos reclaman „la limitación el acceso a ciertos contenidos“.
En poco más de una década, entre 2008 y 2020, los casos de abusos sexuales a menores han aumentado de forma „extraordinaria“, según el último estudio, que apunta a que se ha producido un incremento del 300,4%, pasando de 273 casos en 2008 a 1.093 en 2020.
¿A qué se debe este salto? Los expertos achacan el aumento a que los abusos comenzaron a darse también a través de nuevas tecnologías. Ha aumentado el ‘grooming’ (un adulto que se hace pasar por menor de edad en las redes para acabar abusando sexualmente de una víctima, y extorsionándolos posteriormente), pero también el ‘sexting’ (envío de imágenes o vídeos de contenido sexual que se reenvían a terceros, y que suele suceder entre adolescentes).
A diferencia de lo que sucede en el caso de los abusos a menores en la Iglesia, el perfil de un menor víctima de abusos es mayoritariamente femenino. Tres de cada cuatro menores víctimas de abusos en España es una chica. La edad media de los abusados es de 11 años, con un alarmante 16% de niños menores de 5 años que también sufrirían golpes o abusos sexuales durante sus primeros años de vida.
En 7 de cada diez ocasiones, el abuso es reiterado. En el caso de los chicos, pueden sufrir violencia física o sexual durante un año, que en el caso de las chicas se puede prolongar hasta tres.
¿Cuál es el perfil del agresor? En la práctica totalidad de los casos (el 95,8%) se trata de un hombre, y siete de cada diez son mayores de edad. Desde la Fundación ANAR alertan de las agresiones en grupo -las célebres ‘manadas’- que ya alcanzan el 10.
Desgraciadamente, el confinamiento incrementó los abusos, y la indefensión de los menores, especialmente en el ámbito familiar. Y es que, explican desde ANAR, se han incrementado los “casos graves de violencia intrafamiliar” que en los casos más extremos (vinculados a la separación entre los padres) puede acabar con el secuestro y la desaparición de los hijos, en lo que se ha denominado ‘violencia vicaria’. El reciente caso de las niñas secuestradas y ahogadas por su padre en Tenerife ha sido el último de una macabra lista de padres que acaban utilizando a sus hijos como medida de presión, o de castigo, contra sus ex parejas.
La situación del abuso a menores en España no es nueva: entre un 10 y un 20% de la población española admite haber sufrido abusos sexuales siendo niño o niña en España, según Save The Children.
Otra cuestión preocupante es la del robo de bebés, que durante la dictadura franquista se convirtió en un modo de entregar niños a familias ricas o afectas al régimen. El mecanismo era sencillo: los padres eran informados de que el bebé había nacido muerto, y enterrado. No dejaban margen para más preguntas. Después, eran entregados a otras familias, principalmente a través de una red de contactos auspiciada por algunas congregaciones y jerarcas de la Iglesia católica. Desde hace unos años, las asociaciones de víctimas de bebés robados.
En algunas instituciones, como la Iglesia católica, la falta de datos y la reticencia por parte de la institución de abrir sus archivos o promover una investigación hacen imposible, por el momento, entender la magnitud del drama de los abusos a menores en España durante el último siglo, especialmente a lo largo de la dictadura de Franco (1939-1975). La labor de asociaciones como ‚Infancia Robada‘, con el apoyo de investigaciones periodísticas han logrado rescatar alrededor de un millar de casos, que se presentan como la punta de un cruel iceberg que tiene en la Iglesia católica a uno de sus protagonistas, pero no al único. No olvidemos que la mayor parte de los abusos se dan dentro de las familias. Y es que los lobos, casi siempre, están muy cerca de los corderos.
Copyright Jesús Bastante
